Mercadonas, verduras y hambre
© GUSTAVO DUCH | El lugar más económico para comprar hortalizas y patatas es la tienda tradicional, con un precio medio de 1,77 euros. El más caro es el supermercado de barrio de la cadena de Juan Roig, donde el gasto es de 2,14 euros
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La última entrada en el blog Sociología del Sistema
Alimentario, de Joserra Mauleón, es muy interesante en estos momentos de crisis
alimentaria. A partir de datos proporcionados por el Ministerio de Agricultura,
Pesca y Alimentación, el texto compara, tomando cifras del 2021, los precios de
las hortalizas y patatas frescas en función del lugar de compra.
Más de la mitad de todas las compras de estos
alimentos, un 51,6%, se llevan a cabo en las grandes cadenas de distribución,
también llamada “la moderna distribución comercial”, es decir, los
supermercados como Mercadona (que lideran con un 32%), los discount tipo Aldi o
Día (con un 11,3%) y los hipermercados tipo Carrefour o Alcampo (con el 8,3%).
El resto queda repartido entre el pequeño comercio (que aún vende el 35% de las
verduras) y los mercadillos, la compra por internet, la venta directa del
productor o las cooperativas de consumo.
Pues bien, a pesar de la publicidad con la que nos
engañan asegurando que las cadenas de distribución son más baratas para el
consumidor, esta afirmación es falsa en el caso de este tipo de alimentos
básicos. El lugar más económico para comprar hortalizas y patatas es la tienda
tradicional, con un precio medio de 1,77 euros; le siguen los discount con un
promedio de 1,84 euros; los hipermercados, donde el coste es de 2,05; y el más
caro, con un 21% más que las tiendas tradicionales, es el Mercadona de barrio,
con un precio medio de 2,14 euros.
Si entramos en el detalle y analizamos las dos
verduras estrella, las patatas y los tomates, vemos que mientras las patatas en
una tienda tradicional se han comercializado a un promedio de 0,73 euros, en el
súper se vendieron a 1,05 euros. ¡un 44% más caro! Para los tomates, la
diferencia también es significativa: de 1,67 euros a 1,91 euros.
Dejar la alimentación en manos del mercado, sin
ningún tipo de intervención, provoca este tipo de resultados: la distribución
se va concentrando en pocas manos, en detrimento del pequeño comercio. A medida
que este va cerrando, repercute, como hemos visto, en los consumidores, pero
también en los productores. Estos últimos ven como la diferencia entre lo que
se les paga a ellos (origen) y lo que se cobra al consumidor (destino) puede
superar el 500%, según recogen datos mensuales de la COAG.
Lo que aún es más sorprendente es que esta falta de
políticas para garantizar el derecho a la alimentación repercute también en las
cuentas del Estado. Como sabemos, las administraciones gestionan a cargo de sus
presupuestos la compra de alimentos para establecimientos públicos como
hospitales, escuelas, prisiones o, donde quiero incidir, para la ayuda alimentaria
de familias empobrecidas. Hasta ahora esta ayuda era canalizada a través de
bancos de alimentos, pero a partir del próximo año se hará entrega de tarjetas
monedero a las personas en situación vulnerable, para que sean ellas mismas las
que adquieran su comida sin pasar por la estigmatizadora situación de acudir “a
un lugar de pobres a recibir un lote de alimentos para pobres”, como me decía
una persona representante de Cáritas.
Ahora bien, ¿en qué establecimientos se aceptarán
estas tarjetas? ¿Qué establecimientos se beneficiarán de fondos públicos
vendiendo comida a través de este canal? ¿Se pensará en establecimientos que no
especulen con las verduras a costa del campesinado, pues manejan mecanismos
para garantizarles precios justos? ¿Se pensará en mecanismos para poder ofrecer
alimentos de proximidad y ecológicos a precios populares sabiendo que eso
significa salud para quien consume y salud para el planeta? ¿Se pensará en
lugares donde las familias receptoras de la ayuda encuentren una comunidad, un
lugar amable y humano donde integrarse, como las cooperativas de consumo?
No tengan ninguna duda, no se pensará porque ni se
les ha pasado por la cabeza. Ya está decidido. Las tarjetas monedero solo se
podrán utilizar en los grandes supermercados.
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